Esto tal vez te haga emitir un agudo ¿qué?, seguido por un intrigado ¿por qué? Pero hace unos años, cuando vivía en Ciudad de México, tomé un taller de stand-up comedy... y debo decir que no me decepcionó.
Mi profesor era un comediante experimentado y era realmente bueno, no solo porque era chistoso, sino porque también era muy bueno enseñando a ser chistoso.
Al principio, la mayoría de las personas de mi clase —yo incluida— pensábamos ¿cómo alguien puede enseñarme a ser chistoso? ¿No es eso una habilidad innata? Bueno, sí; todos hemos conocido a este primo, compañero de clase o de trabajo que es increíblemente chistoso y que, probablemente, ha sido chistoso desde que era niño.
Pero, me encantó descubrir que en realidad existen buenas técnicas estudiadas que los comediantes usan para que las cosas suenen tan chistosas. Y, mientras las aprendía, obviamente me sentí intrigada sobre la ciencia detrás de esto. Debe de haber una razón psicológica para la comedia, y algunas personas simplemente tienen una alta inteligencia emocional para comprender de forma natural ciertos aspectos del comportamiento humano y disfrutan usar esta habilidad para hacer reír a la gente.
No hay duda de que reír es una experiencia placentera y, como tal, la buscamos. Es saludable, libera endorfinas y fortalece los vínculos interpersonales. Pero si bien es cierto eso, aun así, la mayoría de nosotros no se ríe tan fácilmente... aunque nuestra disposición a reír varía según la situación, nuestros niveles de estrés e incluso la cantidad de bebidas alcohólicas que hemos tomado (es decir, desinhibición momentánea).
Entonces, investigué un poco sobre el asunto y descubrí que hay una teoría sobre qué hace que algo sea chistoso, y se llama la teoría de la violación benigna, elaborada por Peter McGraw. Básicamente, dice que algo es chistoso cuando cumple dos condiciones: “viola la forma en que pensamos que el mundo debería funcionar, y lo hace de una manera que no es amenazante”.
Ahí lo tienes. Resulta que algo nos parece chistoso cuando va en contra de la forma en que sabemos que la vida debería funcionar, de acuerdo con nuestras expectativas sobre las normas, el comportamiento apropiado y, en general, lo que es correcto. Y, aquí viene la segunda regla: debe ser algo que no cause ningún daño real.
Yendo un poco más allá, algunos científicos del humor han identificado que el elemento sorpresa también es una parte esencial de la comedia: nos reímos del inesperado resultado de una buena frase final (lo que en comedia se llama el punchline), y también nos reímos al reconocer el ingenio involucrado en el chiste. Por supuesto, hay otros factores —como te podrás imaginar— que tienen lugar en un buen acto de comedia, entre ellos el manejo de los tiempos (timing)... e incluso la forma en que los medios influyen en la forma en que pensamos que debería ser la comedia.
Pero, sí; debo decir que tomar ese taller de comedia fue muy divertido, enriquecedor y todavía hoy uso algunas de las técnicas que aprendí en mi vida cotidiana. Aún así, si alguna vez nos encontramos en persona, por favor, no me pidas que te cuente un chiste. Desafortunadamente, mi timidez sigue siendo más fuerte que mi histrionismo.
Mi profesor era un comediante experimentado y era realmente bueno, no solo porque era chistoso, sino porque también era muy bueno enseñando a ser chistoso.
Al principio, la mayoría de las personas de mi clase —yo incluida— pensábamos ¿cómo alguien puede enseñarme a ser chistoso? ¿No es eso una habilidad innata? Bueno, sí; todos hemos conocido a este primo, compañero de clase o de trabajo que es increíblemente chistoso y que, probablemente, ha sido chistoso desde que era niño.
Pero, me encantó descubrir que en realidad existen buenas técnicas estudiadas que los comediantes usan para que las cosas suenen tan chistosas. Y, mientras las aprendía, obviamente me sentí intrigada sobre la ciencia detrás de esto. Debe de haber una razón psicológica para la comedia, y algunas personas simplemente tienen una alta inteligencia emocional para comprender de forma natural ciertos aspectos del comportamiento humano y disfrutan usar esta habilidad para hacer reír a la gente.
No hay duda de que reír es una experiencia placentera y, como tal, la buscamos. Es saludable, libera endorfinas y fortalece los vínculos interpersonales. Pero si bien es cierto eso, aun así, la mayoría de nosotros no se ríe tan fácilmente... aunque nuestra disposición a reír varía según la situación, nuestros niveles de estrés e incluso la cantidad de bebidas alcohólicas que hemos tomado (es decir, desinhibición momentánea).
Entonces, investigué un poco sobre el asunto y descubrí que hay una teoría sobre qué hace que algo sea chistoso, y se llama la teoría de la violación benigna, elaborada por Peter McGraw. Básicamente, dice que algo es chistoso cuando cumple dos condiciones: “viola la forma en que pensamos que el mundo debería funcionar, y lo hace de una manera que no es amenazante”.
Ahí lo tienes. Resulta que algo nos parece chistoso cuando va en contra de la forma en que sabemos que la vida debería funcionar, de acuerdo con nuestras expectativas sobre las normas, el comportamiento apropiado y, en general, lo que es correcto. Y, aquí viene la segunda regla: debe ser algo que no cause ningún daño real.
Yendo un poco más allá, algunos científicos del humor han identificado que el elemento sorpresa también es una parte esencial de la comedia: nos reímos del inesperado resultado de una buena frase final (lo que en comedia se llama el punchline), y también nos reímos al reconocer el ingenio involucrado en el chiste. Por supuesto, hay otros factores —como te podrás imaginar— que tienen lugar en un buen acto de comedia, entre ellos el manejo de los tiempos (timing)... e incluso la forma en que los medios influyen en la forma en que pensamos que debería ser la comedia.
Pero, sí; debo decir que tomar ese taller de comedia fue muy divertido, enriquecedor y todavía hoy uso algunas de las técnicas que aprendí en mi vida cotidiana. Aún así, si alguna vez nos encontramos en persona, por favor, no me pidas que te cuente un chiste. Desafortunadamente, mi timidez sigue siendo más fuerte que mi histrionismo.
-Kristal Pastor
Lic. en Psicología - Universidad Intercontinental, México
Diplomado en Neuromarketing e Inteligencia de Mercados - Universidad Anáhuac, México

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